Una mujer que acaba de romper una relación de cinco años está utilizando la inteligencia artificial para gestionar su ruptura. Aunque asiste a terapia, graba las sesiones con permiso de su psicóloga para posteriormente transcribirlas y obtener un resumen de los puntos clave mediante ChatGPT. Este resumen incluye aspectos como desequilibrios en la relación y consejos para superar la ruptura.
El uso de la IA como una «segunda opinión» tras la terapia plantea preocupaciones. Por un lado, la privacidad está en juego al compartir información sensible con una máquina. Además, existe el riesgo de que las respuestas de la IA contradigan el enfoque del psicólogo, lo que podría confundir o desorientar al paciente. La accesibilidad 24/7 de la IA puede llevar a depender más de sus respuestas que de las de un profesional cualificado.
Este fenómeno refleja una nueva tendencia en el uso de la inteligencia artificial, que va más allá de organizar tareas diarias, planteando interrogantes sobre su impacto en la salud mental y la privacidad personal.