La película «28 años después», con un presupuesto de 75 millones de dólares, ha sido completamente filmada con un iPhone, marcando un hito en la industria cinematográfica. Aunque el uso de un iPhone como cámara principal es un avance significativo, la diferencia con las cámaras profesionales sigue siendo notable en ciertos aspectos técnicos.
La experiencia de ver la película en un cine revela ciertos matices: el contraste y la exposición típicos del iPhone son evidentes, especialmente en escenas con cielos luminosos. Además, se perciben aberraciones cromáticas y distorsiones de imagen, especialmente en los bordes, algo menos perceptible en las pantallas más pequeñas de los dispositivos personales.
A pesar de estas limitaciones, el iPhone se desempeña bien en planos generales y en condiciones de poca luz, capturando detalles impresionantes en escenas con fuego. Sin embargo, los planos con zoom revelan una pérdida de calidad, destacando la necesidad de ópticas adicionales.
La elección de un iPhone para filmar una película como «28 años después» se justifica por su género y estética apocalíptica, donde las imperfecciones técnicas contribuyen al ambiente sombrío y depresivo que se busca transmitir. Aunque el cine tradicional ofrece una calidad superior, el iPhone permite una versatilidad que las cámaras profesionales más pesadas no pueden igualar.
Este avance tecnológico democratiza el acceso al cine, permitiendo a jóvenes directores explorar su creatividad sin las barreras económicas tradicionales. La posibilidad de que una película filmada con iPhone gane un Oscar ya no parece tan descabellada, dado que los premios valoran la innovación y las ideas disruptivas.
En conclusión, «28 años después» demuestra que es posible rodar una película «de verdad» con un iPhone, aunque con ciertas limitaciones. La tecnología continúa evolucionando y quién sabe qué logros cinematográficos nos deparará el futuro con dispositivos móviles. La película ha abierto nuevas puertas para el cine, mostrando que el futuro de la industria puede estar en nuestros bolsillos.