El desarrollador Marco Arment experimentó una serie de problemas con su vehículo eléctrico Rivian R1S durante un viaje largo. Inicialmente, notó un aumento en el ruido del viento debido a una reparación deficiente, pero el problema más crítico fue cuando el coche mostró un fallo de batería y comenzó a funcionar lentamente tras una parada de carga. Enfrentándose a un evento importante y lejos de casa, Arment decidió aplicar una solución común en informática: reiniciar el sistema del vehículo, lo que resolvió temporalmente el problema.
Este procedimiento, similar a un «Control + Alt + Supr» en ordenadores, implicaba presionar botones en el volante y el techo del coche, y aunque tomó varios minutos, permitió que el vehículo volviera a la normalidad. Sin embargo, el problema reapareció en cada parada de carga, obligando a Arment a repetir el reinicio, con la advertencia de no hacerlo más de una vez por hora para evitar dañar subsistemas.
Este caso resalta cómo los coches eléctricos comparten similitudes con los ordenadores, requiriendo soluciones informáticas para problemas mecánicos, pero también plantea interrogantes sobre la fiabilidad de estos sistemas en situaciones críticas.