Un usuario relata cómo reorganizar la pantalla de su iPhone transformó su experiencia diaria. Inicialmente, tenía un caos visual con múltiples pantallas de apps desordenadas y varios iconos repetidos. Al decidir cambiar, optó por una pantalla principal minimalista con solo las apps más usadas y widgets útiles. La segunda pantalla se reservó para otras apps organizadas en carpetas.
El uso de un fondo neutro ayudó a evitar distracciones, mientras que eliminar apps innecesarias liberó espacio visual y mental. Esta reorganización no solo mejoró la estética, sino también la funcionalidad, permitiendo un acceso más rápido y reduciendo el uso impulsivo del móvil. Los widgets, especialmente Recordatorios, se volvieron fundamentales para gestionar tareas diarias.
El cambio a una disposición más ordenada trajo un alivio similar al de limpiar una habitación, haciendo que el dispositivo fuese menos abrumador. Aunque cada usuario es diferente, adaptar el iPhone a las preferencias personales es clave para una mejor experiencia. Este enfoque muestra cómo pequeños ajustes pueden tener un gran impacto en la relación con la tecnología.