Netflix ha adoptado el uso de algoritmos en la creación de sus películas, resultando en lo que se conoce como «películas algorítmicas». Estas producciones siguen fórmulas sencillas y visualmente atractivas, diseñadas para captar la atención del espectador sin requerir un compromiso profundo. Ejemplos como «The Electric State» demuestran el riesgo de esta estrategia, con grandes inversiones que no siempre generan el impacto esperado.
La plataforma utiliza algoritmos para identificar patrones de consumo y predecir qué elementos atraerán al público, desde actores populares hasta giros narrativos. Aunque Netflix afirma que no crea películas exclusivamente basadas en datos, reconoce que la intuición se combina con el análisis numérico para decidir qué proyectos financiar. Esto ha llevado a que guionistas modifiquen guiones para asegurar un «enganche inmediato» en los primeros segundos de una película.
Durante su expansión, Netflix financió un gran número de películas, resultando en una mezcla de obras aclamadas y títulos genéricos. Tras la crisis de 2022, la compañía ajustó su enfoque hacia producciones comerciales con altos valores de producción, conocidas internamente como «hamburguesas gourmet», para mantener a sus suscriptores.
Sin embargo, este enfoque plantea una paradoja: aunque los algoritmos prometen variedad, a menudo homogeneizan el contenido. La mayoría de las visualizaciones se concentran en unos pocos títulos destacados, mientras que el resto del catálogo se llena de producciones intercambiables. Además, la creciente integración de la inteligencia artificial en el proceso creativo podría llevar a una era de películas aún más impersonales, donde los algoritmos no solo predigan el éxito, sino que también participen en la escritura y edición de guiones.
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