La inteligencia artificial ha evolucionado hasta convertirse en una herramienta capaz de realizar tareas complejas de manera autónoma, gracias a los agentes de IA. Estos agentes actúan como mayordomos digitales, capaces de realizar acciones como comprar entradas de cine, buscar descuentos, o gestionar tareas en un navegador, todo de forma independiente y eficiente.
En la práctica, los agentes de IA están todavía limitados, especialmente en dispositivos móviles. Sin embargo, aplicaciones como ChatGPT Plus ya permiten a los usuarios delegar tareas cotidianas como planificar viajes o buscar productos específicos en línea. Aunque la interacción se centra principalmente en el navegador y aplicaciones específicas, las posibilidades de automatización y asistencia son prometedoras.
El uso de agentes de IA puede ahorrar tiempo y esfuerzo en tareas que requieren razonamiento intermedio, como comparar precios o planificar itinerarios. No obstante, la interacción con el dispositivo sigue siendo limitada, y el usuario debe supervisar y autorizar las acciones del agente para garantizar la precisión y seguridad de las operaciones realizadas.
La competencia entre distintos sistemas, como el agente de ChatGPT y el navegador Comet con el agente Perplexity, ofrece diferentes enfoques y niveles de integración con las plataformas. Aunque estas tecnologías no eliminan por completo la necesidad de intervención humana, facilitan el acceso a información y agilizan procesos cotidianos.
El futuro de los agentes de IA parece prometedor, con expectativas de que sistemas como Gemini de Google logren una integración más profunda con los dispositivos, permitiendo un control más directo sobre los mismos. Sin embargo, este avance plantea también desafíos en términos de privacidad, ya que las ventajas de la automatización deben equilibrarse cuidadosamente con la protección de los datos personales del usuario.