Un juez en Croydon, Reino Unido, ha dictaminado que es legal descartar a un candidato laboral por ser aficionado a un equipo de fútbol rival del resto de la plantilla, siempre que no se infrinjan leyes de discriminación más generales. Esta sentencia surge del caso de Maia Kalina, quien denunció a una agencia de marketing por discriminación racial y por discapacidad tras no ser contratada. El tribunal determinó que la decisión se basó en el encaje cultural y no en discriminación.
El juez Daniel Wright ilustró su fallo con un ejemplo futbolístico, sugiriendo que una empresa de seguidores del Arsenal podría legalmente preferir contratar a otro hincha del mismo equipo en lugar de un aficionado del Tottenham. La sentencia ha generado un debate sobre los límites entre la cultura empresarial y la discriminación, destacando que aunque el encaje cultural puede ser crucial para la cohesión del equipo, también podría dar lugar a decisiones arbitrarias y subjetivas.
El fallo, aunque legalmente válido, plantea preguntas sobre la importancia del ‘encaje cultural’ frente a las competencias profesionales, y ha suscitado reacciones mixtas en medios y redes sociales. Mientras algunos ven en esta resolución un reconocimiento de la importancia del clima laboral, otros temen que legitime rechazos basados en motivos triviales. La legislación británica actual no protege afinidades deportivas o culturales, lo que implica que estas preferencias pueden influir en decisiones de contratación sin violar la ley.
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