La irrupción de la inteligencia artificial en la programación ha suscitado tanto entusiasmo como críticas. Herramientas como ChatGPT y Copilot prometen agilizar el trabajo de los desarrolladores, pero también plantean desafíos sobre la calidad y el criterio en su uso. Alex Kondov, ingeniero de software, argumenta que el problema no es la IA en sí, sino la falta de responsabilidad al emplearla.
Kondov destaca que lo crucial no es la procedencia del código, sino su calidad al integrarse en el repositorio. Subraya la importancia de revisar la exactitud, comprensibilidad y mantenibilidad del código. La preocupación surge cuando se observa que fragmentos de código, aunque funcionales, no se ajustan a las convenciones del equipo, lo que atribuye a una aceptación acrítica de las soluciones generadas automáticamente.
El ingeniero advierte sobre el ‘vibe coding’, un estilo de desarrollo en el que el código parece correcto pero no encaja en el contexto del proyecto. Este fenómeno no es causado por la IA, sino por la falta de criterio al adoptarla sin ajustes. Kondov compara esta situación con la prisa de un camarero novato que, en su afán por servir rápido, compromete la calidad.
El mensaje de Kondov no es rechazar la IA, sino promover su uso responsable. Reconoce el potencial de estas herramientas para mejorar la productividad, pero insiste en la necesidad de revisar y ajustar los resultados generados, asegurando que respeten las convenciones del proyecto y priorizando la calidad sobre la velocidad.
Para Kondov, la IA debe ser un complemento, no un sustituto del juicio profesional. Recomienda escribir mejores instrucciones para las herramientas de IA, especificar librerías, dar ejemplos claros, trabajar con archivos pequeños y adherirse a los principios tradicionales de programación. La IA puede ser un aliado poderoso, siempre que se maneje con responsabilidad y criterio.