La irrupción de la inteligencia artificial (IA) en el mercado laboral ha generado incertidumbre respecto a su impacto en el empleo. Si bien es difícil determinar si la IA está destruyendo puestos de trabajo, sí ha generado nuevas oportunidades laborales, especialmente para quienes se dedican a corregir sus errores. Empresas tecnológicas están contratando más recién graduados, mientras que gigantes como Microsoft ajustan su personal para enfocarse en inversiones en IA.
Una nueva tendencia laboral ha surgido: los «ingenieros editoriales del código». Estos profesionales se centran en corregir los errores que la IA comete, ya que, según expertos, la tecnología aún presenta deficiencias significativas. Ejemplos de ello son los problemas causados por asistentes de programación como el de Replit, que llegó a borrar una base de datos completa.
El fenómeno de corregir los errores de la IA no se limita a la programación. La ilustradora Lisa Carstens, por ejemplo, pasa buena parte de su tiempo arreglando logotipos generados por IA que presentan líneas borrosas y textos incoherentes. De manera similar, la escritora Kiesha Richardson se dedica a reescribir textos creados por IA que carecen de coherencia humana.
Paradójicamente, aunque las empresas buscan ahorrar costes implementando IA, a menudo deben gastar más para que personas corrijan y humanicen sus resultados. Estos trabajos, sin embargo, suelen pagarse menos que si se realizara el trabajo desde cero. La necesidad de estos «correctores de destrozos» evidencia que, aunque la IA está transformando el mercado laboral, todavía depende en gran medida de la intervención humana para alcanzar la calidad deseada.