Android, con casi 17 años en el mercado, ha pasado de ser un sistema operativo abierto y versátil a uno más homogéneo, perdiendo algunas de sus características más distintivas. Originalmente, Android ofrecía una libertad que permitió a los fabricantes experimentar con características únicas como teclados físicos, botones para retroceder, expansión por tarjeta SD, LED de notificaciones y cámaras motorizadas. Sin embargo, estas funciones han ido desapareciendo progresivamente.
El sistema, que surgió como una alternativa al iPhone de Apple, ha visto cómo su diversidad de hardware se ha reducido en favor de una fabricación más económica y uniforme. Elementos como el LED de notificaciones, el conector de auriculares y la radio FM, que alguna vez fueron comunes, se han extinguido casi por completo, mientras que características como la carga inalámbrica se han normalizado.
La tendencia hacia la uniformidad se debe en gran parte a la necesidad de los fabricantes de reducir costes y simplificar el proceso de producción. Esto también ha afectado el servicio posventa, ya que la eliminación de características como las baterías extraíbles dificulta las reparaciones por parte del usuario.
A pesar de los avances y la mejora en la calidad de los dispositivos, la pérdida de estas funciones ha hecho que Android pierda algo de su originalidad y encanto que lo diferenciaba del iPhone. Con cada función que desaparece, se siente como si se apagase un poco la chispa que hizo de Android una alternativa innovadora en sus inicios.
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