En 2008, Apple eliminó de su App Store «I Am Rich», una aplicación que costaba 999 dólares y cuya única función era mostrar una gema roja brillante, permitiendo a los usuarios presumir de riqueza. Creada por el desarrollador alemán Armin Heinrich, la aplicación buscaba satirizar las quejas sobre el precio de las apps. Sorprendentemente, ocho personas la compraron antes de que Apple la retirara tras 24 horas, calificándola de estafa.
Heinrich afirmó que no esperaba que la gente la comprara y que su intención era más bien artística, como una crítica al valor que la gente otorga a productos digitales. Aunque algunos compradores alegaron que la adquirieron por error, dos fueron reembolsados por Apple.
A pesar del rechazo inicial, el caso «I Am Rich» anticipó un mercado real para aplicaciones de alto precio. Actualmente, Apple permite apps que cuestan hasta 10.000 euros, y existen ejemplos como CyberTuner, una app profesional de afinación de pianos que justifica su elevado coste por su utilidad.
Aunque algunas aplicaciones caras han desaparecido, la idea de pagar precios altos por funciones exclusivas o estatus digital se ha consolidado en el mercado de apps, reflejando un cambio en la percepción del valor de los productos digitales desde 2008 hasta 2025.
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