
China enfrenta un escándalo tras revelarse que un hombre, conocido como ‘Sister Hong’, se disfrazaba de mujer para seducir y grabar a hombres sin su consentimiento. Jiao, de 38 años, utilizaba pelucas y maquillaje en apps de citas para engañar a sus víctimas, grabarlas durante encuentros sexuales y vender los vídeos en línea.
Se estima que más de 250 hombres fueron afectados, aunque se llegó a hablar de 1.600 víctimas. El caso ha conmocionado al país, donde la pornografía es ilegal desde 1949. Las víctimas incluyen desde jóvenes hasta empresarios, y el escándalo ganó notoriedad cuando un influencer confesó públicamente ser una de las víctimas.
Jiao enfrenta cargos por difusión de material obsceno, violación de la privacidad y distribución de pornografía. Las leyes chinas podrían imponerle severas penas de prisión. Este caso revive el problema de las ‘spycams’, tecnología que facilita la grabación ilegal de contenido íntimo sin consentimiento, un fenómeno que ya causó una crisis similar en Corea del Sur en 2018. China ahora debe enfrentar las vulnerabilidades legales y tecnológicas que permiten estas prácticas.