Los Países Bajos han implementado una semana laboral de cuatro días sin grandes anuncios gubernamentales, centrándose en la conciliación y reduciendo el presentismo laboral. Con una media de 32,1 horas semanales, la más baja de la UE, la cultura empresarial holandesa promueve la eficiencia y el equilibrio entre trabajo y vida personal. Este cambio se ha facilitado al comprimir las horas laborales en menos días, siendo cada vez más común que los trabajadores opten por esta modalidad.
El proceso comenzó en los años 80, cuando las mujeres se incorporaron al mercado laboral en trabajos a tiempo parcial, estableciendo lo que se llama el modelo de «un asalariado y medio». Esto se complementó con un sistema fiscal que incentiva pasar más tiempo en familia. Actualmente, también los hombres prefieren jornadas reducidas, especialmente aquellos con hijos pequeños.
La cultura holandesa no valora el presentismo, sino la productividad y el aprovechamiento del tiempo. Existe un fuerte respeto por la separación entre la vida laboral y personal, lo que se refleja en la puntualidad para salir del trabajo y en la desconexión fuera del horario laboral.
Además, la escasez de mano de obra en sectores como la enseñanza influye en esta tendencia, ya que limita las horas laborales disponibles. Este enfoque hacia la conciliación y la flexibilidad laboral ha permitido a los Países Bajos adoptar la semana laboral de cuatro días de manera efectiva y silenciosa.
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