Los eventos de Apple han evolucionado a presentaciones online, grabadas y editadas con precisión cinematográfica, perdiendo la espontaneidad del directo. Un ejemplo emblemático de lo que se pierde es el incidente de 2017 con Craig Federighi, vicepresidente de software de Apple, durante la presentación del iPhone X. En aquel evento, el novedoso sistema de reconocimiento facial Face ID falló ante millones de espectadores, aunque en realidad fue una demostración de su seguridad: el dispositivo se bloqueó tras no reconocer repetidamente rostros no configurados.
Esta anécdota, que podría haber sido un momento incómodo, se convirtió en una muestra de la fiabilidad del sistema. Sin embargo, en los eventos online actuales, cualquier error es minimizado gracias a la edición, eliminando la posibilidad de momentos memorables y la magia del directo. Aunque la calidad visual ha mejorado, se pierde la improvisación y las anécdotas que enriquecen el legado de la marca. Los eventos de Apple ahora, aunque impecables, carecen de la espontaneidad que los hacía únicos.