
Un estudio del sociólogo Michael Hartmann, profesor emérito de la Universidad Tecnológica de Darmstadt, ha analizado la composición de la élite ejecutiva alemana durante los últimos 150 años, concluyendo que el origen social prevalece sobre el mérito en la obtención de puestos de poder. A pesar de la percepción de Alemania como una meritocracia, el informe revela que más del 80% de la élite económica proviene del 3% al 4% más rico de la población.
El informe subraya que, aunque hubo un ligero aumento de personas de clases bajas ascendiendo socialmente entre 1907 y 1927, en los siguientes 100 años este incremento fue mínimo. Hartmann señala que las posibilidades de alcanzar altos cargos son significativamente mayores para aquellos con antecedentes de clase alta.
A pesar de las políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI) implementadas por las empresas, los puestos de liderazgo siguen dominados por una élite cerrada. Además, el estudio destaca la escasa presencia de mujeres y personas de origen migrante en altos cargos, quienes provienen de entornos aún más exclusivos que sus homólogos masculinos.
El informe indica que los hijos de ejecutivos con doctorado tienen 17 veces más probabilidades de entrar en juntas directivas que aquellos de la clase trabajadora con las mismas cualificaciones. Esto resalta la persistente brecha social y la limitada movilidad social en el ámbito empresarial alemán.