Los estudiantes chinos están utilizando la propia inteligencia artificial para burlar los detectores de IA implementados por sus universidades, que a menudo marcan erróneamente textos escritos por humanos como generados por máquina. Esta situación ha dado lugar a un mercado de servicios que «humanizan» textos para evadir estas detecciones. Sin embargo, muchos de estos servicios también usan IA, creando un círculo vicioso. En algunos casos, los resultados de estas modificaciones son incoherentes y de baja calidad. Ante esto, los estudiantes han ideado trucos más simples, como cambiar puntos por comas, para reducir el porcentaje de detección. Este fenómeno refleja un debate global sobre el papel de la IA en la educación, mientras las instituciones intentan adaptarse a la tecnología, los estudiantes continúan encontrando formas de superarla.
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