Las estafas empresariales han evolucionado peligrosamente, utilizando ‘deepfakes’ para engañar a empleados y directivos. En julio de 2024, un directivo de Ferrari evitó un fraude millonario al identificar un impostor que usaba la imagen y voz del CEO de la compañía, Benedetto Vigna, en una videollamada. Este incidente subraya el auge del «fraude del CEO», potenciado por la inteligencia artificial para clonar voces y rostros, lo que hace que las estafas sean más convincentes.
La tecnología detrás de estos engaños permite a los delincuentes combinar autoridad, urgencia y credibilidad visual, haciendo que incluso videollamadas parezcan auténticas. Según el FBI, las pérdidas por ciberdelitos en 2024 superaron los 16.600 millones de dólares en EE.UU. Las empresas están en alerta, ya que cada vez son más las víctimas de estas sofisticadas estafas. Casos recientes incluyen una transferencia de 25 millones de dólares por un empleado de Arup y pérdidas de 35 millones en un banco de los Emiratos Árabes Unidos, todos engañados por ‘deepfakes’.
No solo los empleados son blanco de estos fraudes; directivos de alto nivel también han caído. Jaime Ondarza, CEO de Fremantle para el sur de Europa, perdió su puesto tras transferir 938.000 euros a falsos socios y abogados.
Un estudio del University College London revela que incluso con entrenamiento, las personas solo detectan un 73% de las voces falsas. Los sistemas automáticos de detección también fallan, mostrando que la tecnología de defensa aún debe mejorar.
Expertos en ciberseguridad recomiendan procesos de verificación más estrictos, como devolver llamadas a números oficiales y establecer códigos verbales entre directivos. La formación es clave para reconocer patrones sospechosos, con simulacros de ‘deepfake’ que ayudan a los equipos a estar mejor preparados. Se proyecta que las pérdidas por fraude habilitado por IA podrían triplicarse para 2027, lo que subraya la necesidad de estar alerta y adoptar medidas preventivas más robustas.