
El cambio al teletrabajo durante la pandemia ha condicionado a muchos trabajadores a un entorno más tranquilo, lo que ha hecho que, al regresar a la oficina, se vean más afectados por el ruido y las distracciones propias de ese ambiente. Según Gleb Tsipursky, experto en comportamiento, el cerebro es altamente adaptable y se ha habituado a la calma del hogar, haciendo que los sonidos de la oficina sean más agotadores.
La productividad ha disminuido, y aunque muchos directivos creen que el control en la oficina mejorará el rendimiento, el verdadero problema podría ser el ruido. Investigaciones indican que los empleados en oficinas abiertas sufren más interrupciones, lo que aumenta el agotamiento. Antes de la pandemia, se estimaba que los trabajadores de oficina perdían entre tres y cinco horas de productividad diaria debido a interrupciones.
Aunque algunos sugieren que volver al teletrabajo podría ser una solución, el experto propone que, dado que el cerebro es adaptable, pasar más tiempo en la oficina ayudará a readaptarse al entorno ruidoso. Esto recuerda a la metáfora de «bíceps flácidos» que deben fortalecerse, sugiriendo que es necesario ir más a la oficina para recuperar la capacidad de concentración en medio de distracciones.