El auge del estilo de vida nómada digital, impulsado por la posibilidad de teletrabajar desde cualquier parte del mundo, ha generado expectativas ideales muchas veces alimentadas por redes sociales. Este fenómeno, sin embargo, plantea serios desafíos a la salud mental de quienes lo adoptan. Problemas como la soledad, el aislamiento, la falta de estabilidad y el estrés cultural son comunes en este colectivo. Un estudio de 2018 muestra que los expatriados experimentan depresión y ansiedad en mayor medida que los residentes en EE. UU.
El cambio constante, aunque inicialmente atractivo, puede socavar la estabilidad emocional, la sensación de pertenencia y la conexión interpersonal. Además, las presiones financieras y el temor a perder eventos importantes en el país de origen complican aún más esta vida itinerante. Encuestas revelan que, aunque algunos nómadas mejoran su situación económica, muchos enfrentan inseguridad financiera y desafíos para equilibrar la vida personal y laboral.
La adaptación cultural y la necesidad de ocultar aspectos personales por diferencias culturales también afectan el bienestar emocional. En resumen, aunque el estilo de vida nómada digital ofrece libertad y flexibilidad, no está exento de complejidades que pueden afectar gravemente la salud mental de quienes lo practican.