Un aspirante a un puesto de comercial telefónico ha compartido una experiencia inusual durante un proceso de selección. Después de una entrevista telefónica, fue convocado para una reunión en persona con el propietario de la empresa. Sin embargo, recibió una llamada adicional en la que se le solicitó llevar un café de Starbucks, con especificaciones detalladas, como parte de la entrevista. Además, se le hicieron preguntas sobre su nacionalidad y edad.
El candidato, que se identifica como informático, consideró cumplir con la petición debido a su urgencia por encontrar empleo. No obstante, tras recibir una oferta más convencional de otra empresa, decidió cancelar la entrevista con la compañía que requería el café. En su mensaje de rechazo, expresó su preferencia por oportunidades que no incluyan tales exigencias y deseó suerte a la empresa en su búsqueda.
La respuesta de la empresa fue acusar al candidato de falta de profesionalidad. El aspirante, de origen ruso, señaló que la solicitud de información sobre su nacionalidad es ilegal en California, donde reside. Anteriormente, había enfrentado una situación similar en otra empresa que condicionó su contratación a la comodidad de un colega ucraniano, lo que él consideró inapropiado.
Esta historia refleja las experiencias compartidas por la Generación Z en redes sociales y foros sobre los desafíos y situaciones absurdas que enfrentan en el ámbito laboral.
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