
La generación del baby boom, nacida entre 1946 y 1964, experimentó en España una explosión de natalidad entre 1957 y 1977. Este grupo creció en un entorno de relativa estabilidad económica y social, lo que les permitió prosperar con esfuerzo. Durante su juventud, muchos boomers comenzaron a trabajar en condiciones difíciles, pero el crecimiento económico global y las mejoras laborales les ofrecieron oportunidades de prosperidad, como la compra de viviendas a precios accesibles.
En contraste, los millennials, nacidos entre 1981 y 1996, enfrentaron el inicio de su vida laboral durante la crisis de 2008. A pesar de su formación académica, muchos se encontraron con tasas de desempleo elevadas y salarios que no se correspondían con el coste de vida. Este contexto ha llevado a algunos a emigrar en busca de mejores oportunidades, mientras que otros buscan estabilidad en sectores como la educación, a menudo a través de oposiciones.
Por su parte, la generación Z, nacida entre 1997 y 2012, entra en el mercado laboral en un entorno que no han definido, enfrentándose a salarios bajos y un coste de vida alto. Esto ha generado altos niveles de ansiedad y depresión, con estudios que destacan la insostenibilidad de la meritocracia y las dificultades para alcanzar la estabilidad económica.
El contraste entre generaciones es evidente: mientras los boomers disfrutan de estabilidad y poder adquisitivo, los millennials y la generación Z luchan por alcanzar una seguridad financiera similar. El impacto de estas diferencias se refleja en el mercado de la vivienda y el empleo, donde los jóvenes sienten que su esfuerzo no se traduce en las mismas recompensas que las obtenidas por sus predecesores. Esta disparidad ha generado tensiones intergeneracionales, destacando la necesidad de políticas que aborden estas desigualdades económicas y sociales.