Las recientes acciones de Echelon han levantado críticas sobre el control que ejercen las empresas sobre dispositivos que, en teoría, son propiedad del usuario. Una actualización de firmware ahora obliga a sus bicicletas estáticas, caminadoras y máquinas de remo a conectarse a Internet para obtener una «llave de desbloqueo» de los servidores de la empresa, lo que significa que, sin conexión, los dispositivos quedan inutilizables. Este cambio ha roto la compatibilidad con aplicaciones de terceros como QZ, desarrollada por Roberto Viola, que permitía una experiencia de uso más libre y avanzada.
Viola había creado QZ para conectar las bicicletas Echelon con apps populares, permitiendo a los usuarios una opción más abierta y personalizada. Sin embargo, la nueva actualización cierra el ecosistema, limitando el uso a la app oficial de Echelon.
Viola propone que los dispositivos puedan operar offline con una transmisión local cifrada, manteniendo la compatibilidad con apps independientes. Esto garantizaría que el usuario siga siendo el verdadero dueño de su hardware, incluso si la empresa decide cerrar operaciones.
El caso de Echelon ilustra un problema creciente en el mundo del Internet de las Cosas, donde la dependencia de la nube puede dejar productos inservibles si los servidores fallan o la empresa desaparece. Para evitar perder funcionalidad, se aconseja a los usuarios de Echelon no actualizar el firmware y desactivar las actualizaciones automáticas.
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