Jaguar Land Rover (JLR), el mayor fabricante de coches del Reino Unido, enfrenta una crisis tras un devastador ciberataque que ha detenido su producción global durante dos semanas, acumulando pérdidas que superan los 1.000 millones de euros. Este ataque ha impactado no solo a la compañía, sino también a miles de proveedores y concesionarios que dependen de su flujo de producción.
Las principales fábricas de JLR en el Reino Unido, Eslovaquia, India y China han cesado su actividad, dejando de fabricar más de 1.000 coches diarios. El parón ha desvelado la vulnerabilidad de la industria automotriz moderna, altamente digitalizada y, por tanto, expuesta a ciberataques. Los sistemas desconectados han impedido el registro de piezas y la matriculación de vehículos, generando un efecto dominó de contratos incumplidos y clientes insatisfechos.
El ataque también ha comprometido información sensible de clientes y proveedores. Se sospecha que el grupo Scattered Spider, conocido por ataques de ransomware, podría estar detrás de este incidente, aunque no se ha confirmado oficialmente.
La situación es crítica para JLR, que ya enfrentaba desafíos antes del ataque debido a su transición hacia vehículos eléctricos. El futuro de la compañía depende del lanzamiento de un modelo exclusivo, pero con bajas expectativas de ventas masivas, lo que complica su recuperación financiera.
El Gobierno británico ha intervenido ofreciendo apoyo en ciberseguridad, mientras los sindicatos advierten sobre posibles despidos. Este incidente es un recordatorio de la creciente amenaza que enfrentan las industrias altamente digitalizadas y la necesidad urgente de reforzar las medidas de seguridad cibernética. La recuperación de JLR llevará semanas o incluso meses, con un reinicio gradual de sus operaciones bajo un estricto control forense.
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