Google ha reconocido en un tribunal que la «web abierta ya está en rápido declive», una afirmación que contrasta con sus declaraciones públicas donde negaba que sus herramientas de inteligencia artificial (IA) afectaran el tráfico hacia los sitios web. Este reconocimiento se produjo en el contexto de un caso de antimonopolio del Departamento de Justicia de EE.UU., donde Google utiliza el declive de la web como argumento de defensa. Afirma que el ecosistema digital está cambiando rápidamente y que las medidas propuestas por el tribunal acelerarían dicho declive.
La estrategia de Google parece ser presentar el cambio en el ecosistema digital como un fenómeno natural e inevitable, minimizando su responsabilidad en el proceso. Sin embargo, expertos ya habían alertado sobre el impacto negativo de la IA en el tráfico web. Estudios recientes muestran que el porcentaje de búsquedas que no resultan en clics hacia otras páginas ha aumentado significativamente, alcanzando cerca del 60%.
Esta contradicción en el discurso de Google, que ante el público sostiene que la web está prosperando, pero ante la justicia habla de un declive, ha sorprendido a la industria. La empresa parece adaptar su mensaje según el contexto: calmando a los afectados en el ámbito público y presentando un escenario alarmista ante los tribunales. Este doble discurso resalta la complejidad del impacto de la IA en el ecosistema digital y las estrategias de las grandes tecnológicas para manejar las críticas y regulaciones.