Google se enfrenta a una paradoja en plena batalla legal antimonopolio. Mientras públicamente afirma que la web está más viva que nunca, en un tribunal ha admitido que la «web abierta está en rápido declive». Esta declaración llega en el contexto de un juicio en el que la Unión Europea podría obligar a Google a vender partes de su negocio publicitario, lo que afectaría significativamente sus ingresos.
La empresa argumenta que medidas tan drásticas acelerarían el declive, perjudicando a los editores que dependen de la publicidad gráfica. Google ha intentado matizar sus palabras, señalando que se referían específicamente a la publicidad online, no a la web en general, ya que la inversión se está trasladando a otros formatos como la televisión conectada y los medios minoristas.
Este cambio en el panorama publicitario afecta a los creadores de contenido, ya que la publicidad es un pilar fundamental para los sitios web independientes. La preocupación se agrava con el uso de las «AI Overviews» de Google, resúmenes generados por IA que responden a preguntas directamente en la página de resultados de búsqueda, reduciendo el tráfico hacia los sitios web. Un estudio del Pew Research Center revela que los usuarios hacen clic en enlaces tradicionales el 15% de las veces, pero solo el 8% cuando aparece un resumen de IA. Además, solo el 1% accede a los enlaces de las fuentes citadas en estos resúmenes.
Google defiende que su algoritmo ha mejorado la calidad del contenido en la web, aunque sus afirmaciones han sido interpretadas de manera errónea, ya que la compañía se refiere a la reducción de contenido de baja calidad. En definitiva, Google se encuentra en una encrucijada, entre defender su monopolio publicitario y la transición hacia una búsqueda basada en IA que podría acelerar el declive de la web abierta. Para los creadores de contenido, el futuro es incierto.
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