En 1991, Steve Jobs y Bill Gates protagonizaron una histórica entrevista para Fortune donde discutieron el futuro de los ordenadores personales. En un momento en que Jobs parecía haber tocado fondo, mientras Gates dominaba la industria del software, el encuentro se realizó bajo las condiciones de Jobs en su casa de Palo Alto. A pesar de su situación, Jobs demostró su habilidad para controlar la narrativa y desafiar a Gates incluso desde una posición de desventaja comercial.
Durante la entrevista, ambos no escatimaron en lanzar pullas. Jobs criticó a Microsoft con su habitual franqueza, mientras Gates respondió con sarcasmo, acusando a Jobs de celos por el éxito de Microsoft. En ese momento, Gates lideraba el mercado y Jobs intentaba mantener a flote NeXT y expandir Pixar, fuera de Apple.
Sin embargo, Jobs ya intuía la clave del futuro: el control total del ecosistema tecnológico. Defendía que Apple debía seguir construyendo su propio hardware y software, una estrategia que años después fue fundamental para el resurgir de Apple con productos icónicos como el iMac y el iPhone.
A pesar de estar en su momento más vulnerable, Jobs nunca perdió el control de su historia. Su visión y determinación le permitieron anticipar lo que la gente quería antes de que ellos mismos lo supieran. En 1997, al regresar a Apple, Jobs trajo la tecnología de NeXT que revitalizó a la compañía.
La relación entre Jobs y Gates, a pesar de las tensiones, siempre estuvo marcada por el respeto profesional. Colaboraron en proyectos como el desarrollo de Excel y Word para Mac, esenciales para que Apple superara su crisis.
Treinta años después, la entrevista de 1991 sigue siendo un testimonio del carácter indomable de Jobs y su capacidad para cambiar el curso de la historia tecnológica. Aunque su diplomacia y humildad corporativa fueron cuestionables, su legado en la industria es indiscutible.
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