El teletrabajo, popularizado durante la pandemia, prometía flexibilidad y la posibilidad de trabajar desde cualquier lugar. Sin embargo, la realidad ha impuesto restricciones debido a cuestiones fiscales y de ciberseguridad. Muchas empresas prefieren que sus empleados trabajen desde un lugar fijo, en parte para cumplir con las normativas fiscales y de seguridad de datos.
La Ley 10/2021 sobre teletrabajo obliga a las empresas a garantizar la seguridad y adecuación del entorno laboral, lo que implica conocer y controlar el lugar de trabajo del empleado. Además, desde el punto de vista de la ciberseguridad, conectarse a través de redes inseguras, como las de hoteles o cafeterías, plantea riesgos para la protección de datos sensibles.
En cuanto a la fiscalidad, trabajar desde fuera del país de la empresa puede generar obligaciones tributarias adicionales y complicaciones legales, lo que lleva a muchas empresas a limitar el teletrabajo a su propio estado. Esto se debe a que Hacienda podría considerar al empleado como no residente, afectando la política fiscal aplicada y la cotización a la Seguridad Social.
Por estas razones, el teletrabajo híbrido se presenta como la opción más viable, combinando días de trabajo remoto con presenciales para cumplir con normativas y facilitar la logística empresarial. Aunque el sueño de trabajar desde cualquier parte sigue siendo atractivo, las limitaciones fiscales y de seguridad lo complican en la práctica.