La administración Trump ha intensificado su confrontación con la Unión Europea por las tasas digitales y normativas impuestas a las grandes tecnológicas estadounidenses. Estas medidas, como la Digital Services Act y la Digital Markets Act, buscan regular el poder de las plataformas digitales en Europa. La UE defiende que estas regulaciones son necesarias para garantizar la competencia justa y la protección del consumidor, mientras que Washington las ve como ataques discriminatorios hacia sus empresas.
En respuesta, Trump ha amenazado con imponer sanciones y aranceles a los países que mantengan estas regulaciones. Esto incluye posibles restricciones de visado a funcionarios europeos y aranceles adicionales a las exportaciones. La administración estadounidense también critica que compañías chinas no enfrentan las mismas restricciones.
El conflicto podría escalar a una nueva guerra comercial, afectando la relación transatlántica y poniendo en cuestión los esfuerzos de la OCDE para armonizar la fiscalidad digital a nivel internacional. La situación refleja la creciente tensión entre la soberanía regulatoria europea y los intereses empresariales estadounidenses.