
En la última década, los móviles Android han evolucionado hasta convertirse en dispositivos potentes capaces de ejecutar tareas informáticas complejas. Actualmente, muchos modelos de gama alta permiten utilizarlos como ordenadores mediante el modo escritorio, transformándolos al conectarlos a una pantalla externa. Fabricantes como Samsung y Motorola han mejorado esta función, ofreciendo experiencias como Samsung DeX.
He experimentado usar un móvil Galaxy S durante una semana como ordenador principal. Samsung DeX permite conectar el móvil a una pantalla externa y ofrece una interfaz similar a la de un PC con Windows. Aunque no todas las aplicaciones están optimizadas, muchas como Chrome y Telegram se adaptan bien, permitiendo gestionar múltiples ventanas y aprovechar el espacio de la pantalla.
El uso de periféricos como ratón y teclado mejora notablemente la experiencia, aunque el móvil también puede funcionar como un touchpad. Sin embargo, el móvil puede sobrecalentarse al estar conectado a la carga mientras se utiliza en modo escritorio. Además, las limitaciones de software y la falta de aplicaciones específicas para Android son un inconveniente para quienes requieren herramientas especializadas.
A pesar de estos límites, los móviles actuales pueden servir como ordenadores secundarios o para usuarios con necesidades básicas. Aunque no reemplazaría mi ordenador principal por un móvil, esta experiencia demuestra que es viable utilizar un smartphone como ordenador para tareas diarias y entretenimiento.