El uso de Linux como plataforma de juegos está aumentando, especialmente gracias a la consola Steam Deck y el descontento con Windows. Sin embargo, los sistemas antitrampas suponen un obstáculo para los jugadores que utilizan Linux. Aunque Proton permite ejecutar muchos juegos de Windows en Linux, los títulos multijugador con protección antitrampas suelen ser incompatibles.
Los sistemas antitrampas modernos emplean servicios en segundo plano, librerías y drivers en modo kernel para bloquear accesos sospechosos a la memoria del juego. En Windows, el control del acceso al kernel por parte de Microsoft facilita el funcionamiento de estas protecciones. Un ejemplo es Valorant, cuyo sistema Vanguard se ejecuta desde el arranque del sistema operativo, protegiendo la memoria y cifrando datos críticos.
En contraste, Linux es un sistema abierto sin una autoridad central para controlar el kernel, lo que dificulta implementar anti-cheats efectivos. Los usuarios avanzados pueden recompilar el kernel o usar entornos aislados para eludir las restricciones. Intentos como Easy Anti-Cheat bajo Proton realizan comprobaciones mínimas, permitiendo el uso de cheats en Linux en algunos juegos.
Para abordar este problema, los desarrolladores deben centrarse en medidas pasivas, como la validación de acciones en el servidor y la ofuscación de código. Asimismo, diseñar juegos online con menos dependencia de drivers invasivos y más seguridad en el servidor podría ser clave para mejorar la situación en Linux.
Copyright @2025 Fullstack Services, SL VAT ES-B21621131 . Todos los derechos reservados.
