Corea del Norte ha mantenido durante años una red sofisticada de ingenieros encubiertos que trabajan desde el extranjero para financiar su programa nuclear. Estos espías, aprovechando el auge del teletrabajo, han logrado infiltrarse en empresas tecnológicas de Estados Unidos y Europa con el objetivo de recaudar fondos para el régimen de Kim Jong-un.
La estrategia consiste en enviar programadores cualificados al extranjero, quienes encuentran empleo remoto y envían el dinero obtenido al país. Según el FBI y Google, estos trabajadores buscan financiar el desarrollo de armas y misiles balísticos. Naciones Unidas estima que cada año logran ingresar entre 250 y 600 millones de dólares.
El reciente informe presentado en la conferencia de seguridad Black Hat en Las Vegas reveló que estos espías utilizan identidades falsas y cuentas en línea para gestionar solicitudes de empleo y registrar sus ingresos. Además, emplean facilitadores en países como Rusia o China para ocultar su rastro digital.
Este entramado está compuesto por grupos de trabajadores de TI, cada uno con alrededor de doce miembros, que operan bajo un «jefe general». Utilizan hojas de cálculo para hacer seguimiento de trabajos y presupuestos, detallando las empresas que buscan profesionales y las vacantes disponibles.
Los hackers norcoreanos se dedican a áreas como inteligencia artificial, blockchain, desarrollo web y aplicaciones móviles, entre otros. La información recopilada muestra que estos espías tienen una meticulosa organización que les permite infiltrarse incluso en grandes empresas de la lista Fortune 500, así como en numerosas empresas tecnológicas y de criptomonedas.
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