El Reino Unido planeaba acceder a datos cifrados de iCloud mediante la creación de una «puerta trasera» en el sistema de Apple, amparándose en la ley Investigatory Powers Act de 2016. Sin embargo, este intento ha encontrado resistencia no solo en Apple, sino también en Estados Unidos. El vicepresidente estadounidense, JD Vance, ha manifestado su descontento, y el presidente Trump ha criticado duramente la medida, comparándola con prácticas de vigilancia de China. Además, Tulsi Gabbard, directora de inteligencia nacional de EE. UU., ha calificado la orden británica como una «violación flagrante» de la privacidad.
El conflicto ha escalado hasta afectar las relaciones comerciales y tecnológicas entre ambos países, fundamentales tras el Brexit. La retirada del servicio Advanced Data Protection de Apple en el Reino Unido ha dejado a los usuarios sin el máximo nivel de cifrado. Esta situación ha llevado a Apple a tomar acciones legales en el país, con el respaldo de WhatsApp, propiedad de Meta.
Para el gobierno británico, la presión para revertir su plan de vigilancia es alta, ya que sus estrategias comerciales dependen de acuerdos con EE. UU. La disputa refleja un choque entre la vigilancia estatal y la privacidad digital, en el que, por ahora, Estados Unidos parece tener la ventaja.
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