Wing Commander, un clásico de la simulación espacial lanzado en 1990, esconde un curioso secreto de desarrollo. En lugar de corregir un error crítico que surgía al cerrar el juego, el programador Ken Demarest optó por una solución ingeniosa: cambiar el mensaje de error por un agradecimiento al jugador, «Gracias por jugar al Wing Commander». Este bug se debía a un conflicto con el gestor de memoria EMM386 en MS-DOS, que provocaba una excepción crítica. Modificarlo habría requerido un complejo y arriesgado ajuste del sistema de memoria, algo inviable dado el limitado presupuesto y la presión del calendario.
Esta táctica se convirtió en un ejemplo clásico de «No es un error, es una funcionalidad», y ha sido un tema de conversación legendario en el desarrollo de videojuegos. En esos tiempos, los recursos técnicos eran escasos, y las soluciones creativas eran habituales para cumplir con los plazos de entrega. El legado de Wing Commander trascendió su última línea de código, inspirando a su creador Chris Roberts a desarrollar Star Citizen, un ambicioso proyecto de simulación espacial que sigue en desarrollo.
Este ejemplo destaca cómo la creatividad y la adaptabilidad fueron cruciales en la industria del videojuego, especialmente durante sus primeros años. La historia de Wing Commander refleja tanto las limitaciones técnicas de la época como el ingenio de sus desarrolladores para superarlas.
Copyright @2025 Fullstack Services, SL VAT ES-B21621131 . Todos los derechos reservados.
