
Portugal ha promovido visados para nómadas digitales, atrayendo a trabajadores extranjeros que, al ganar más que el salario mínimo portugués, han impactado la economía local. Este fenómeno ha encarecido el costo de vida, especialmente en ciudades como Lisboa, donde los precios de alquiler han aumentado casi un 30% en cinco años. El país, que busca capital extranjero desde la crisis de 2008, ha eliminado y reintroducido exenciones fiscales para extranjeros, buscando equilibrar la economía. Sin embargo, estas políticas han generado tensiones, ya que muchos portugueses deben pluriemplearse o emigrar en busca de mejores oportunidades. Con un salario mínimo de 870 euros y más del 50% de la población ganando menos de 1.000 euros al mes, los locales enfrentan dificultades para competir con extranjeros de altos ingresos. Además, casi el 40% de los graduados portugueses emigra anualmente. Portugal está reconsiderando sus políticas fiscales, buscando atraer talento extranjero sin perjudicar a la población local. A medida que el país navega por estas tensiones, queda por ver cómo equilibrará el atractivo para los nómadas digitales y la estabilidad económica para sus ciudadanos.