La nomofobia, o el miedo irracional a quedarse sin acceso al móvil, es un fenómeno cada vez más común en nuestra sociedad. Este término, acrónimo de «No Mobile Phone Phobia», se refiere a la ansiedad que surge al no tener el dispositivo a mano, ya sea por falta de batería, cobertura o simplemente por haberlo olvidado. Aunque el término es reciente, el fenómeno existe desde hace tiempo. Ya en 2008, un estudio reveló que el 53% de usuarios sentían ansiedad al quedarse sin su teléfono móvil.
El smartphone, especialmente dispositivos como el iPhone, se ha convertido en una extensión de la vida cotidiana, sirviendo para pagar, comunicarse y gestionar múltiples aspectos de la vida diaria. La nomofobia se manifiesta con síntomas físicos como aumento de la frecuencia cardíaca y sudoración. Este miedo no solo afecta a la funcionalidad, sino que está vinculado a la autoestima y la presencia digital.
Los jóvenes adultos son los más afectados por esta fobia. Un estudio reciente mostró que el 75% de los adolescentes experimentan ansiedad cuando no pueden acceder a su móvil. El uso excesivo del smartphone activa circuitos cerebrales de recompensa, similares a los de la adicción a sustancias, liberando dopamina con cada notificación o «like».
La nomofobia también conlleva riesgos para la salud, como distracción, deterioro académico y aislamiento social. Para reducir esta dependencia, los expertos recomiendan establecer límites en el uso de dispositivos, reducir notificaciones y fomentar espacios sin pantallas. Consultar a un profesional es aconsejable si el problema es grave, ya que cada caso es único y requiere atención especializada. La clave está en un uso consciente de la tecnología, permitiendo que los dispositivos sean herramientas útiles sin convertirse en barreras para la vida cotidiana.