
Un trabajador de una gran inmobiliaria cobró durante siete meses sin realizar ninguna tarea debido a un error organizacional. Tras ser contratado, el jefe que lo contrató fue despedido antes de su incorporación, dejándole sin asignación de tareas ni supervisión. A pesar de intentar comunicarse con otros responsables para obtener funciones, nadie respondió y el empleado se limitó a realizar mínimas actividades por cuenta propia.
El hombre, que trabaja en un sistema híbrido de tres días presenciales y dos desde casa, continúa asistiendo a la oficina para registrar su presencia y seguir cobrando su salario, que alcanza casi las seis cifras. Al proponerle buscar un segundo empleo para aprovechar el tiempo, lo rechazó, prefiriendo mantener su situación actual con el menor esfuerzo posible.
Este caso pone en evidencia problemas de comunicación y burocracia en grandes corporaciones, donde se pueden perder de vista trabajadores sin tareas asignadas. Historias similares han ocurrido antes, como la de un funcionario en Cádiz que fue descubierto tras años sin trabajar al recibir un premio. Aunque inusual, situaciones como estas reflejan una desconexión organizativa que puede ser aprovechada por los empleados.