En octubre de 1989, la NASA sufrió un ataque informático conocido como WANK, que protestaba contra el uso de energía nuclear en el programa espacial. Este gusano informático infectó los sistemas del Centro Goddard de la NASA, mostrando un mensaje que criticaba la contradicción entre hablar de paz y prepararse para la guerra. Aunque el gusano no dañó archivos, su propagación generó confusión y alarma, llevando a los técnicos a formatear discos por error.
El ataque se propagó a través de sistemas DEC VMS conectados por DECnet, infectando también al Departamento de Energía de EE. UU. y al CERN en Europa. Una segunda versión, denominada OILZ, corregía errores y modificaba contraseñas. Expertos en ciberseguridad crearon contramedidas para engañar al gusano y provocar su autodestrucción, pero la limpieza total de las redes afectadas llevó semanas.
Aunque no se causaron daños técnicos graves, el impacto psicológico y operativo fue significativo, con costes estimados en más de 500.000 dólares. La policía australiana sospechó de dos hackers locales, Electron y Phoenix, del colectivo The Realm, pero nunca se realizaron arrestos.
Este incidente fue uno de los primeros casos documentados de hacktivismo, con un claro mensaje ideológico. A raíz de esto, la NASA y otras instituciones mejoraron sus protocolos de seguridad, aunque la historia ha demostrado que siguen siendo vulnerables. Este ataque marcó el inicio de una era de ciberataques motivados por causas políticas, sentando las bases para el hacktivismo moderno.
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