En el laboratorio de sonido del Apple Park, destacan los altavoces Monolith III de MartinLogan, donados por Steve Jobs. Estos no solo son piezas históricas, sino que siguen siendo utilizados como referencia para el desarrollo de productos de audio de Apple. Jobs, conocido por su obsesión con la calidad sonora, consideraba el sonido como un elemento esencial en la experiencia de usuario. Los Monolith III, reconocidos por su transparencia y precisión, reflejan esta filosofía y han influido en productos como los AirPods y HomePod.
El laboratorio de Apple es más que un simple espacio de pruebas; es un santuario donde se moldea la emoción a través del sonido. En el Fantasia Lab, Apple recrea entornos sonoros reales con 50 altavoces para probar funciones avanzadas de audio, mientras que la Longwave Chamber, una cámara anecoica, permite estudiar el comportamiento puro de los productos de audio. Esta dedicación a la perfección sonora busca no solo que los dispositivos suenen bien, sino que transmitan emociones y conecten a los usuarios con experiencias memorables.
Apple continúa la visión de Jobs, usando tecnología para ofrecer experiencias auditivas que van más allá de las especificaciones técnicas, transformando el sonido en una herramienta para contar historias y conectar emocionalmente con los usuarios.